Lewis Hamilton conquista su tercer Mundial en Austin

El piloto británico de Mercedes, Lewis Hamilton, logró el triunfo este domingo en el Gran Premio de Estados Unidos de Fórmula-1 y con ello conquistó su tercer título mundial.

Hamilton ganó su décima carrera de la temporada y aprovechó la primera oportunidad matemática que tenía para retener el título del año pasado. El campeón también en 2008 se aprovechó de un error de Rosberg a falta de siete vueltas para el final para ponerse en cabeza en una jornada maratoniana que comenzó con la celebración de la sesión de calificación cinco horas antes de la carrera.

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Lewis Hamilton es yael piloto británico más laureado de la historia, lo cual ya es mucho en un deporte en el que la Union Jack ha dominado como ningún otro símbolo. Hay de todo en la nómina de compatriotas con aura: muchos excesivos y carismáticos, como Nigel Mansell; otros, como el que iguala, Sir Jackie Stewart, comedidos, deportivos y caballerosos. Lewis no es ni lo uno ni lo otro. Es otro tipo de estrella, la estrella mediática, la de las redes sociales, la del rap, el oro y los tattoos. Una figura no vista antes en F1.

Si James Hunt representa el piloto antiguo, que se castigaba el cuerpo por dentro con pocas horas de sueño, tabaco y todas las sustancias tóxicas posibles, Hamilton ha ido un poco más allá del estilo de vida sano. No sólo hay que serlo, sino lucirlo en su cuerpo y en una amplia vida social, retuiteada hasta la saciedad a cada paso.

Los pilotos de hoy en día son atletas de primer nivel, dedicados a su preparación como si de sus 40 pulsaciones en reposo dependiera el resultado final de las carreras. Hamilton también. Este 2015, una vez que se ha relajado la dictadura del peso del coche, ha ganado en masa muscular y ha añadido a su piel una buena colección de tatuajes, bien exhibidos y explicados en varias publicaciones diarias o masculinas. No vale para nada si nadie lo ve, parece ser la máxima que le mueve.

Su fe religiosa en la piel

“Todos tienen un significado. Mi fe es profunda, por eso tengo en mi cuerpo algunas imágenes religiosas”, comenta el piloto. En realidad, éstas cubren casi la totalidad de su pecho, su espalda y su cuello. En la muñeca, Lewis luce lleva un tatuaje de un ángel. Más arriba, a la altura del codo, aparece un corazón negro y rojo y sobre el una cruz. Y ya en el hombro, una impresionante imagen de La Piedad de Miguel Ángel.

En su pecho, Lewis se ha tatuado una rosa de los vientos Sostiene que “la Iglesia es mi brújula”. Sobre ella se lee la frase ‘Powerfull beyond measure’, que se puede traducir como ‘poder sin medida’. En su hombro izquierdo, el piloto ha escrito ‘familia’ en honor a su padre, Anthony, y a su hermano, Nicolas, que sufre una parálisis cerebral y que le ha seguido en la mayoría de carreras de su trayectoria.

La espalda es lo que más impresiona, con una cruz con alas de ángel, rayos de luz la frase: ‘Still I Rise’. ‘Todavía me levanto’. Es el título de un célebre poema de Maya Angelou, la escritora de Misouri que murió el año pasado, aunque es más probable que Hamilton la haya tomado del rap del mismo nombre de uno de sus músicos favoritos, Tupac Shakur.

“Me recuerda a las veces que he tenido que levantarme desde que llegué en 2007 y luego cuando dejé McLaren más tarde”, ha explicado Lewis.

“Mi padre no los aprueba”

“Lo de las tatuajes no estaba ahí, pero es algo que ha ido creciendo. Mi padre no los aprueba, pero eso no me importa. Nadie tiene que aprobar algo si tú sabes realmente por qué lo hace y quien eres”, dice en su particular filosofía estética y vital.

Hamilton ha sido uno de los personajes más vistos del año y casi siempre motu propio. En Carnavales se le vio con Irina Shayk, la ex de Cristiano, aunque sólo habían coincidido en una fiesta en Nueva York. En mayo estuvo en primera línea en el combate entre Floyd Maywatther y Manny Pacquiao, entre lo más granado del famoseo.

Y en verano llegó la gran exhibición, una especia de fiebre por colgarlo todo en vídeo, que estuvo a punto de causarle un problema en Mercedes. “Ya sabe lo que puede y no puede hacer”, zanjó su jefe en la escudería, Toto Wolff.

Se le pudo ver montando en quad en Colorado, en moto, entrenando, de fiesta en Barbados con Rihanna, a bordo de su jet privado, en New York, siempre acompañado por su fiel amigo Roscoe, su perro que cuenta con cuenta propia en Twitter.

Ni todo lo que hizo ni la polémica que rodearon a sus vacaciones debió afectar a su pilotaje, ya que nada más volver a la acción en el GP de Bélgica, dominó el viernes, la calificación y carrera, para empezar a sellar su tricampeonato. No es Mansell ni Hunt, pero sus números son todo un escándalo.

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