Se cumplen hoy 100 años de batalla La Barranquita (Por Héctor Brea Tió)

El 3 de julio del año en curso, mi lar nativo, Mao, de la provincia Valverde, conmemora una gesta de acrisolado valor patrio, la batalla inmarcesible de La Barranquita, en la cual la soberanía nacional se puso en juego ante las huestes de la primera ocupación de Estados Unidos, en 1916, donde el valor y arrojo de los nuestros compitió con un ejército avasallante, dadas las diferencias armamentistas y número de militares de ambos frentes, pues fue una lucha desigual entre nuestro país muy pobre, contra la poderosa hegemonía de los Estados Unidos.

Fue en las libérrimas llanuras de Guayacanes donde se escenificó ese encuentro bélico, motivado, entre otras razones, por la anarquía que había en el país, tanto económica como política, luego de la renuncia del presidente Juan Isidro Jimenes y su ruptura con el general Desiderio Arias. El ejército de ocupación arribó por distintos puertos, pero el enfrentado en Guayacanes era procedente de Montecristi, tomando el mismo camino que José Martí en circunstancias diferentes, dos décadas antes, para unirse con Máximo Gómez junto a otros dominicanos y libertar a Cuba del imperio español.

El batallón “Entre Ríos”, compuesto por 80 hombres maeños y linieros, comandado por el general Carlos Daniel, fue la atalaya que obstaculizó el avance de los invasores hacia Santiago, sin dejar de rendir su cuota lúgubre de sacrificio, pues se trató  prácticamente de una inmolación. Murieron 26 hombres; entre ellos el capitán Máximo Cabral, su pariente Agustín Cabral, Francisco Peña (Pancho), un sobreviviente de las gestas restauradoras del 1963; también Isaías Gutiérrez, Braulio Cabral, Belarminio y Luis Rodríguez (hermanos). Entre los sobrevivientes figuran Carlos Daniel, Juan Infante, Enerio Disla, Máximo Muñoz, Luis Disla, Antonio Lozano, Alfredo Chávez Báez, (hijo de Pedrito Chávez), Luís Rodríguez, Magdaleno Zapata, Pío Villalona, Francisco Gutiérrez (Panchito) y Demetrio Frías, quien tuvo la osadía de volver al lugar de los hechos y, entre cadáveres y escombros humeantes, rescató la bandera nacional.

Jugaron un gran rol los hermanos Rafael Madera (Feso), entonces síndico municipal, y Luis Madera, quienes recogieron a los heridos y cadáveres de los mártires, para llevarlos a Mao y hacer lo que procedía en ambos casos.

Rev.  Eliseo Emilio Echavarría

Nació en Santo Domingo el 28 de noviembre de 1861 y fue presbítero en Mao  desde el 7 de diciembre de 1912 al 7 de enero del 1913, y luego, desde el 5 de marzo de 1915 hasta 1917. Sintió amargamente la intervención que sufrió el país. Algunos le vieron llorar de dolor al saber que su tierra era humillada por extranjeros. Fue un orientador singular en ese  período de ocupación estadounidense. Un “Montesinos” de nuevo cuño, ya que arengaba en sus homilías, desde la glorieta del parque Dolores y desde el balcón de su casa por la defensa de la soberanía. Gritaba: “Juventud dominicana, no permitáis que las botas y el fusil del vecino país de Norte América venga a pisotear nuestro suelo patrio, porque sería bochornoso, como también una gran vergüenza a la soberanía nacional”.

Al conocerse la noticia de la ocupación, sugirió al ayuntamiento municipal que la bandera nacional fuera enhestada a media asta, con negros crespones en señal de duelo, dice “ El Diario “, de Santiago, en su página 3, de fecha 8 de junio de 1916.

PATRIOTAS ORGANIZAN PROTESTAS

El 25 de junio se rumoró la salida desde Montecristi de las tropas invasoras hacia  Santiago, con el propósito de ocuparla y desde allí controlar todo el Cibao. Inmediatamente fue convocada una reunión en el edificio de Correos y Telecomunicaciones para decidir la salida de “los voluntarios” que harían frente a las huestes intrusas en un lugar estratégico como La Barranquita, promontorio que se eleva incólume, impertérrito, en la carretera que une a Mao con Guayacanes. El encuentro desigual fue entre 80 dominicanos con solo 50 carabinas usadas en pasadas revoluciones y unos 2,000 tiros o balas conseguidas por el general Carlos Daniel, además un “máuser” de 6 tiros, brogoses de un disparo y vegas haitianas. Los norteamericanos eran en promedio 400 marines, con ametralladoras, cañones y fusiles modernos para la época, bien alimentados y pertrechados, venían en camiones militares y a caballo.

Héctor Brea Tió
Santo Domingo / listindiario.com
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