n chubasco cayó justo cuando Juan Luis Guerra concluyó su concierto. Ya se le había hecho tarde a la naturaleza para querer echar por tierra el estreno de la residencia en Hard Rock Hotel, como lo hizo el sábado 5 de febrero. Momentos antes una multitud entró en calor al ritmo de merengue, bachata, salsa, son y pambiche.
El merengue “Rosalía” dio el pistolazo a las 9:20 de la noche del sábado al concierto “Entre mar y palmeras” en el campo de golf de Hard Rock, donde la temida amenaza de agua fue latente y hasta se registró una ligera y pasajera llovizna, pero esta vez el cielo también se abrió para que la estrella de la música dominicana brillara en su tierra.
“La travesía” le siguió y ya hacía rato que la mayoría de los presentes estaba de pie y muchos ubicando los espacios disponibles para convertirlos en pistas de baile.
La ubicación de las sillas, separadas de dos en dos o de cuatro en cuatro como parte de las medidas anticovid dispuestas por Juan Luis y el productor Saymon Días, permitía más posibilidades de movilidad del público.
Al son de “La llave de mi corazón” Juan Luis seguía con su figura gigante sobre el escenario y cautivando a sus seguidores. En particular, su esposa, Nora Altagracia Vega, estaba bailando desde el principio sus temas entre el público.
Ella ha sido esa llave de su corazón, su gran musa para tantas canciones. Y también el sostén familiar para el desarrollo de sus dos hijos, Jean Gabriel y Paulina.
“Vale la pena” y “Como yo” no faltaron en la selección entre un extenso repertorio que desde 1984 viene “soplando” al viento de la máxima calidad en la música tropical con merecidas calificaciones para convertirse en “orgullo dominicano” o “marca país”.
A estas alturas no las puede cantar todas. Tiene que recurrir a los “medleys” de salsa o bachata como “Estrellitas”, “Muchachita linda”, “La hormiguita”, “Bachata en Fukuoka”, “Que me des tu cariño”, “Qué bendición”, “Frío frío” y “Burbujas de amor”.