La Oficina del Sheriff del Condado Passaic en New Jersey, arrestó y acusó al comerciante dominicano Andrés Grullón de 56 años de edad y residente en Clifton, de vender mercancías robadas y falsificadas con valor de casi $400.000 dólares.
Un comunicado del sheriff, asegura que Grullón, propietario de la tienda “Kaylee G. Fashion´s” situada en el 332B de la calle Main en Paterson, vendía ropas y artículos pirateados de las afamadas marcas Victoria Secret, Channel, Gucci, Lacoste, Burberry, Louis Vuitton y Michael Kors, entre otras.
En pantalones robados, Grullón tenía un valor de $35.000 dólares y en ropas interiores de mujeres de Victoria Secret, $30.000 dólares.
Grullón, fue acusado falsificación, contrabando, recibir y poseer propiedad robada y otros cargos relacionados.
Se le fijó una fianza de $40.000 dólares.
La investigación comenzó en diciembre del 2014, cuando un representante de Victoria Secret y otras marcas famosas, se puso en contacto con la oficina del sheriff para denunciar a Grullón.
En el caso de la Victoria Secret, las autoridades dicen que el acusado no debió haber tenido ningún artículo de esa marca, porque se vende en las tiendas propias de la cadena.
El sheriff de Passaic, Richard Berdnik, dijo que agentes encubiertos de su oficina, hicieron varias compras en la tienda de Grullón, confirmando que en el negocio, se vendían mercancías robadas y de contrabando.
La tienda, según el expediente, acumulaba hasta $1.000 dólares en negocios ilegales por día.
Los alguaciles del sheriff fueron auxiliados en la investigación por detectives de la fiscalía de Passaic, además de investigadores de varias cadenas de marcas famosas.
“La mercancía ilegal no sólo defrauda a los consumidores, sino también a los detallistas y fabricantes, que son víctimas de esa conducta criminal”, dijo el sheriff en un comunicado.
Otros sospechosos, que participaban en suministrarle las ropas de marca a Grullón, están siendo buscados por las autoridades.
El comerciante dominicano, podría enfrentar cargos adicionales, dijeron las autoridades.
Por Miguel Cruz Tejada
