Banelino y el ‘arte’ de producir banano orgánico

Mao, Valderde.- Detrás del verde claro de cada banano orgánico cosechado en la finca de Dagoberto y Ery Almánzar, en Mao, hay nueve meses de cuidados, vigilancia y mucho trabajo.

La finca, ubicada en La Colonia, cambió la ganadería y los frutos menores por el banano en 2002 y en 2011 recibió la certificación para formar parte de los productores que se benefician en República Dominicana de la modalidad del Comercio Justo.

“Un mercado seguro, un mercado en dólares que nos da estabilidad. Pero lo mejor es que nos ofrece la oportunidad  de pertenecer a una organización que funciona como una familia, en la que, ante cualquier problema o cosa que te haga falta, tienes asegurado el soporte técnico que garantiza una buena producción”.

Ery, hijo de Dagoberto, se refiere a Banelino, la Asociación de Bananos Ecológicos de la Línea Noroeste que se formó en 1996 con siete pequeños productores de Mao y Montecristi y hoy, a punto de arribar a los 20 años, celebra mantenerse como los principales exportadores de banano orgánico de República Dominicana.

La institución coloca en los muelles entre 23,000 y  25,000 cajas cada semana. El principal destino: Europa.

Y lo importante del Comercio Justo, explica Domingo Antonio López, director del Departamento Agrícola de Banelino, es que mantiene un precio fijo durante el año.

“No importa si hay abundancia o escasez, si sube o baja la producción. El productor pensará en algún momento que está perdiendo pero no es así, porque lo importante es la estabilidad en el mercado que brinda esa alternativa de comercio”, dice. Pequeños y orgánicos Un 75 % de los productores de Banelino (la organización tiene 304 socios) se dedica al cultivo de banano orgánico. Su ventaja frente al convencional es que se vende más caro.

Sin embargo Ery, agrónomo y productor, asegura que ponerlos así de bonitos y apetecibles es un proceso largo, complicado y costoso. Y que incluso cuando la caja ya está en el muelle puede correr miles de riesgos.

“Es más complicado que el banano convencional porque, como no usamos químicos, debemos seguir normas que nos garanticen la calidad. Para cumplirlas, primero hay que tener una conciencia moral que le asegure a los consumidores que realmente se trata de un producto orgánico; y luego hay que tener garantizado el soporte técnico”.

En esta finca de 123 tareas, por ejemplo, hay una plantación de 18,500 ejemplares adultos. Cuando los racimos empiezan a crecer, se les colocan fundas para cubrirlos de los insectos, de los rayos del sol, del roce de las hojas y de la brisa. Entre mano y mano se colocan láminas plásticas para evitar el roce entre las frutas. De esta forma se obtienen gajos perfectos como los de la foto.

Una vez bajados de la planta, el proceso continúa en tanques de agua limpia y mesetas ubicadas en enramadas abiertas para evitar que el producto entre en contacto con animales y hongos que suelen aparecer en sitios encerrados. Una vez cortadas las manos de banano, se les da un tiempo de desleche para que las manchas queden en el agua.

“Un personal selecciona las frutas y se asegura de que no haya un rotito, una mancha, un golpe o una ralladura”, sigue Ery.

La corona y los gajos son rociados con un fungicida orgánico elaborado con cítricos para que una vez empacados no se pudran.

“Se lo aplicamos porque donde hay producción, hay bacterias. El producto se pesa y se escurre pero siempre queda algo de humedad, y la humedad produce hongos”, apunta.

Los bananos se empacan siguiendo las especificaciones de los clientes: algunos los prefieren en manos, otros en fundas, otros a granel…

De esto se encarga Basilia Torres, pionera en el empaquetado de bananos. Tiene 20 años en ello. Lo hace con agilidad y si ve alguna anomalía lo avisa inmediatamente al capataz.

Relevo. Ery Almánzar, agrónomo y productor, decidió seguir los pasos de su padre, Dagoberto Almánzar, y continuar la producción de banano orgánico en la finca de la familia ubicada en La Colonia, en Mao.

El empaque estándar de Banelino son cajas de 42 centímetros de alto por 50 de largo en las que caben  18.14 kilogramos de frutas. En el exterior, un código numérico informa el día, la semana y la finca donde se empacó la fruta.

“Esta información sirve para darle seguimiento al producto. Para que, si llegó con un problema o defecto, el reclamo se le haga a un solo productor, sin perjudicar a los demás”, expresa López. Por suerte, cada productor paga 20 centavos de dólar por caja para cubrir los costos que implican este reclamo. Es como un seguro, dice Ery. Las cajas salen por el puerto de Manzanillo, el más cercano.

La exportación varía según la temporada. Aumenta en verano porque el metabolismo de la mata es más rápido, explican López y Ery, pero a la vez puede ser problemático por la sequía o el exceso de lluvia.

Normas y relevo
Todo el personal de las fincas (productores, agrónomos y técnicos) recibe un entrenamiento cada tres meses. El capataz, además, hace un entrenamiento en primeros auxilios por si ocurre algún inconveniente.

Los clientes europeos son los  más exigentes y, de ellos, el mercado alemán. Inglaterra y Alemania son los principales receptores de los bananos orgánicos de Banelino.

Los productores de Banelino solo manejan la variedad cavendish, la más aceptada comercialmente en el mundo, introducida aquí en los años 60. Su pulpa es de sabor dulce porque concentra muchos azúcares, duro al sancocharse y maduro (no es  bueno que la pulpa madura sea gelatinosa) y granea un poco al morderse.

“Es sabroso y dulce verde o maduro”, dice López. Por norma, se estila que cada fruto debe tener un grosor mínimo de 39 milímetros y un máximo de 47.

Directiva de Banelino. La conforman actualmente Mercedito Cabrera, Élido Peña, María Genao, Leonidas Delgado, Alberto Tineo, Héctor Almonte, Ery Almánzar y Víctor Taveras.

Si el fruto es muy gordo, significa que la maduración está cerca y podría ser rechazado.  Como Banelino los exporta verde, para evitar que se maduren en el trayecto los productores los recogen entre 20 y 30 días antes de su maduración. ¿Cómo saben cuándo cortarlo? En las fincas usan cintas para indicar el proceso de corte y crecimiento de cada racimo.

Desde que sale la manzana y hasta el corte pueden pasar entre 11 y 12 semanas. “A los nueve meses de plantadas las matitas, la producción de banano es continua. Es el cultivo más dinámico en términos de generación de ingresos, porque puedes cortar toda la semana. Una planta tiene un racimo para cosechar pero ahí viene el hijito que está en crecimiento y un nieto para reemplazarla”, explica López.

Para mantener esa vigencia en la producción, Banelino está prestando atención al relevo generacional.

Productor. Dionisio Silverio, uno de los siete fundadores de Banelino, en 1996.

“La edad promedio de nuestros agricultores es de 54 años; eso quiere decir que estamos avanzando. Nos está preocupando que los productores no están siendo relevados por generaciones nuevas y este es un negocio que tiene que seguir. Por eso estamos incentivando a los hijos de los productores para que se acerquen a los padres y les tomen cariño a la finca, que sigan la tradición del proceso productivo”. Con esta intención, dice López, Banelino creó para ellos una escuela bananera donde imparten la carrera agronómica y estos aprenden a manejar la finca. “También estamos apoyando a algunos hijos de productores para que se compren una parcelita, de manera que no se nos queden en la ciudad cuando vayan a la universidad, sino que vuelvan al campo a producir”.

Ery decidió relevar a su padre en la producción de bananos y para Dagoberto el gesto lo llena de satisfacción, “porque uno mantiene algo que adquirió con mucho esfuerzo y ese relevo es el que lo mantiene”.

Gran parte de los socios de Banelino son pequeños productores. Comercio Justo considera pequeño a un productor que maneje menos de 160 tareas.

“Como organización certificada, Banelino tiene que demostrarle a Comercio Justo que el 50 % del volumen que vende viene de ellos. Y nosotros somos pequeños en alrededor de un 95 %. Sólo entre 4 y 5 % son más o menos grandecitos”, expresa López.

Razones para consumir banano
Sobre la vida de una plantación de bananos nos habla Dionisio Silverio, fundador de Banelino junto a otros seis productores.

“El guineo tiene una vida útil como la del cuerpo humano. Yo fui de los primeros que plantó guineos, antes de que llegaran las exportaciones, y el guineo mío tiene 28 años. Y no ha tenido el mejor trato de riego y de alimentación porque tenemos problemas con el agua. Pero ya tiene 28 años produciendo bananos semana por semana y el que lo ve no lo cree. El guineo puede durar 50 y 60 años, más o menos, dependiendo de la vida que le dé el productor”.

La parcela de Dionisio, de 80 tareas, se encuentra en Montecristi. Y sobre su consumo, este pequeño productor está seguro de que seguirá aumentando en todo el mundo por estas razones: “En 1940 el mundo tenía tres mil millones de habitantes, hoy tiene siete mil millones. Hay menos gente que trabaja y más gente que tiene que comer. El banano es más barato que el plátano y se puede comer de todas formas. Y tiene la ventaja de una digestión rápida”.

Obras de acción social
Además de la estabilidad que ofrece mantener un precio fijo durante el año, Comercio Justo premia la exportación continua de los productores.

“Si Banelino exporta 20,000 cajas a la semana, ese precio genera un ingreso de un dólar por caja. Ese dinero viene a la organización y los socios deciden cómo usarlo. En el caso de Banelino, los socios decidieron en asamblea emplearlos en la competitividad de los productores y en obras ambientales y sociales”, explica Susana Rodríguez, responsable de Certificación Comercio Justo y Proyectos Sociales de Banelino.

Lo bueno, dice Rodríguez, es que casi siempre los socios dejan a un lado el interés particular y optan por acciones que benefician a la comunidad.

Con estos fondos, Banelino patrocina nueve escuelas (dos de ellas construidas y otras 4 rehabilitadas por la institución) que benefician directamente a 800 estudiantes y 64 profesores; construyó una guardería infantil en la que unos 100 niños entre dos meses y cuatro años reciben cuidado, educación, alimentación y servicios  de salud; y asigna becas universitarias a 80 jóvenes. La institución levantó un centro médico y  un dispensario  donde ofrecen servicios de consultas médicas, laboratorio, odontología, enfermería, salud preventiva y farmacia. Igualmente, mantienen programas de salud y operativos médicos en los campos. En el área de la salud, reciben el apoyo en medicamentos y asistencia médica de la ONG estadounidense Timmy Global Health. Para fomentar el relevo y la integración generacional, 140 jóvenes se capacitan en Sistema de Producción Orgánica de Banano.

“Con el propósito de crear un hábitat favorable para la flora y fauna, contribuir a la seguridad alimentaria y generar nuevas alternativas de ingresos a nuestros productores, 15 fincas adoptan sistemas de biodiversidad e integran a las parcelas apiarios, frutales, cobertura de suelo y barreras vivas”, comenta Rodríguez.

En el aspecto de la sostenibilidad, la entidad ofrece asistencia técnica permanente a los socios, ha construido 125 empacadoras, beneficiado a 250 productores con sistemas de riego, reparado caminos, instalado cables de vía y financiado para la producción al 95 % de los socios. También mantienen proyectos de mejoramiento de viviendas, de apoyo a prácticas deportivas y actividades religiosas y culturales y construyen huertos escolares orgánicos.

Para proteger el medio ambiente recolecta los plásticos de uso agrícola y mantiene un monitoreo constante en las fincas, dando  seguimiento a las personas responsables de su recogida y disposición final.

Banelino construyó y patrocina la primera escuela de educación especial en la región, el Instituto de Enseñanza de Niños Especiales (IDENE).

“Como institución Banelino no trabaja sola. Sabemos que trabajando solos nunca se logran los objetivos, que parte del éxito se logra concertando con los demás. Todo esto se ha logrado gracias a alianzas con organismos e instituciones nacionales e internacionales. A nivel local hemos trabajado con la fundación REDDOM, con USAID, el IDIAF, los ministerios de Agricultura, Medio Ambiente y Educacióny con el Banco Agrícola, entre otras entidades”, dice Rodríguez.

Por Yaniris López

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