Lewis Hamilton gana el GP de Canada y le dedica la victoria a Muhammad Alí (Video)

Lo primero que hizo Lewis Hamilton al bajar su monoplaza fue volar como una mariposa. Sin quitarse el casco, encogió los brazos, cerró los puños y se puso a brincar con estilo, bailando sobre el asfalto, como si de un púgil se tratase. Acababa de picar como una abeja en Canadá y no había nada que le impidiera dedicarle a su admirado Muhammad Ali, su segunda victoria consecutiva en el campeonato. Otro derechazo a un Mundial que Nico Rosberg, quinto, parecía tener en su mano hace apenas un mes. Hamilton lo bordó sobre el ring de Montreal por quinta vez en su carrera y devolvió la vida al campeonato. «Vuela como una mariposa, pica como una abeja», vociferó por radio antes de volver a tomar el podio, esta vez en compañía de Sebastian Vettel (2º) y Valtteri Bottas (3º). Seguramente Nico, derrotado de nuevo, piensa lo mismo. [Narración y clasificaciones]

Gran parte de ese zarpazo quedó definido en la salida. Y es que como no le quedaba otra que elegir flanco, Hamilton no dudó en marcar a Rosberg en la salida. Al fin al cabo es el líder del Mundial, pese a que su cuenta corriente, impoluta hasta Sochi, se ha visto limada en un pésimo mes de competición dónde sólo ha logrado recoger 16 de los 75 en disputa. La obsesión de Lewis fue cerrar cualquier puerta a Nico, aunque ello supusiera abrirle otra a Sebastian Vettel. Un riesgo obligado que decidió asumir. El Ferrari, como un fogonazo rojo, atravesó esa mínima grieta que dejó el británico y se lanzó con frenesí a por su primera victoria del año, casi nueve meses después de aquella mágica noche en Singapur donde descorchó su última botella desde el podio.

La decisión de Hamilton estuvo a punto de mandar al garaje a Rosberg. Porque en la enérgica maniobra del inglés, los dos Mercedes llegaron a chocar sus neumáticos delanteros, haciendo estremecerse de nuevo al pobre Toto Wolff, jefe de ambos, que se mordía las uñas desde el muro, temiendo un doble KO como el que ya presenció en Barcelona. El chispazo sacó del asfalto a Nico y llevó a Lewis a seguir la pista de Vettel. Una tarea que se hizo realidad gracias a su apuesta a una parada y el extraño titubeo de Ferrari. Fue la pizarra la que le coronó en Montreal por quinta vez en su carrera. Un circuito talismán donde sólo Michael Schumacher, con siete victorias, ha escrito páginas más deslumbrantes que él.

 

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