Ejercicio vs dieta: 4 experimentos para saber cuál es la mejor manera de perder ‘la barriguita’

Rollos, michelines, llantas, panza… son muchos los nombres pero todos significan lo mismo: grasa abdominal, eso de lo que muchos quieren deshacerse de manera rápida.

El verdadero problema de la grasa abdominal no es meramente estético, el problema es que puede ser un indicio de que tu salud está en riesgo.

La grasa abdominal se encuentra alrededor del vientre. Está la grasa subcutánea, que es la que sabemos que tenemos cuando se puede pellizcar más de una pulgada en el vientre. Por otra lado, también está la grasa visceral, que se encuentra alrededor de órganos como el hígado, el páncreas o los intestinos.

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Saleyha Ahsan (en la foto) es una de las presentadoras de

La doctora Saleyha Ahsan se animó a probar los métodos más efectivos para quemar grasa abdominal.

Se cree que la grasa visceral es metabólicamente más activa que la grasa subcutánea. Si ganas peso, la grasa se acumula primero alrededor de los órganos y, si pierdes peso, es de ese mismo lugar de donde se elimina el tejido adiposo en primera instancia.

A pesar de ser considerada el tipo de grasa más peligroso para nuestra salud, visto por el lado positivo, es la más fácil de eliminar. La pregunta es ¿cómo?

Constantemente nos encontramos en páginas que promueven un estilo de vida saludable con soluciones para reducir grasa localizada. Existen trucos que permiten ver resultados rápidos pero ¿qué tan confiables son?

El equipo del programa de la BBC “Confía en Mí, Soy Médico” realizó una serie de experimentos para esclarecer tantos mitos que pululan en la web.

Estantería con libros que hablan sobre dietas.
Existen infinidad de fuentes que aconsejan cómo quemar grasa abdominal.

Experimento

El equipo reclutó a 35 voluntarios además de 2 expertos en deporte y alimentación.

Todos los voluntarios tenían un nivel de grasa abdominal que los ponía dentro de la zona de riesgo para diabetes de tipo 2 y enfermedades coronarias.

Fredrik Karpe, profesor de Medicina Metabólica de la Universidad de Oxford y el profesor Dylan Thompson, de la Universidad de Bath, debían diseñar cada uno, según su área de experticia, dos métodos para tratar con los 4 grupos que se conformarían.

Antes del experimento, se abrió una historia clínica de cada uno de los voluntarios para tener en cuenta su estado de salud previo a las pruebas a las que serían sometidos.

Una de las medidas más cruciales fue la absorciometría de rayos X de energía dual para obtener una imagen detallada de la cantidad de grasa que cada uno tenía y dónde estaba ubicada exactamente.

Un hombre con barriga en la playa.
La gasa abdominal no es sólo un problema estético.

Otros parámetros médicos que se tuvieron en cuenta fueron la frecuencia cardíaca en reposo, la glucosa en la sangre, los lípidos en la sangre, peso, presión arterial y desde luego, las medidas de la cintura.

El profesor Thompson se encargó de dos grupos a los que puso a hacer dos tipos de ejercicios. Mientras que el profesor Karpe se hizo cargo de los otros dos grupos restantes a los que trató con dieta.

El primer grupo utilizó monitores que registraban su actividad a lo largo del día y se les pidió que siguieran comiendo como normalmente lo hacían. Adicional a eso, se les dio una serie de indicaciones simples que implicaban una mayor actividad física.

Al segundo grupo se les asignó una serie de ejercicios abdominales clásicos que normalmente se encuentran en internet. Cada voluntario debía hacer 6 rutinas diferentes repitiendo cada una de ellas 3 veces diariamente durante un periodo de 6 semanas.

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